Nos han convencido. No tenemos tiempo para cocinar, por eso nos dan ya la comida hecha. No tenemos tiempo para fregar, por eso nos dan utensilios de un solo uso. No tenemos tiempo para dedicarnos una tarde a nosotros, por eso los spa se sitúan como centros de lujo a los que con suerte, vas una vez al año cuando alguien te lo ha regalado. En definitiva, no tenemos tiempo y por eso, todo nos facilita la vida siendo de usar y tirar. ¿Quién podría decir que no a eso? Nadie quiere fregar, cocinar por rutina o dejar de hacer esas cosas tan importantes que está haciendo para dedicarse una tarde a sus cuidados. Por que es ahí donde reside la realidad del usar y tirar;

No han inventado todos los productos “fáciles” para que tengamos tiempo, sino para que ocupemos nuestro tiempo en lo que las grandes corporaciones consideran que es importante

Evidentemente no seré yo quien luche contra los abre fácil, la comida de calentar y listo o los manteles de un solo uso. Creo con firmeza que todos esos avances, aunque poco ecológicos y bastante consumistas, cubren una necesidad de la sociedad y ahorran un tiempo increíble a nuestras vidas. Aunque es cierto, que también creo que el tapón a rosca ya era un sencillo abre fácil, la botella de cristal garantizaba el producto fresco, un asado sabe infinitamente mejor con el mimo de la cocina y el fuego lento y los manteles de hilo simbolizaban respeto por la persona que se sentaba a tu mesa. El usar y tirar está bien y seguramente para algunos momentos de nuestra vida es imprescindible, pero entendiendo su uso y no su abuso.

Sin embargo lo que ha ocurrido es algo abrumador. Mires donde mires podrás observar que todo producto ahora es “más rápido”, “más fácil”, “más necesario” y todo porque la premisa de que no tienes tiempo te ha convencido y lo hemos asimilado. La sociedad te inunda de mensajes que son claros; Si n tienes tiempo, nunca podrás ser una persona extraordinaria. Imagina al gran Alejandro Magno. Llegó a lo más alto conquistando todo el mundo conocido y tardaba en recorrer cien kilómetros aproximadamente tres días ¿Imaginas dónde podrías llegar tú que lo puedes hacer en apenas 45 minutos? Imagina a Einstein. Sus investigaciones cambiaron el mundo y sus problemas de memoria le hacían perder semanas enteras de trabajo por no tener localizados los documentos ¿Imaginas dónde podrías llegar tú que lo puedes guardar todo en un dropbox o un smartphone y tenerlo siempre a tu alcance? Imagina a Teresa de Calcuta. Extendió un mensaje de solidaridad y amor al mundo mientras ayudaba a salvar miles de vidas, aun sabiendo que en su día siempre tenía que compartir mesa y largas sobremesas con quienes le brindaban un espacio a compartir ¿Imaginas dónde podrías llegar tú que tienes restaurantes a cada paso, comida rápida, precocinada, preparada o comes en el trabajo?

No voy a decir que es por falta de talento, genialidad o virtuosismo por tu parte, sino que sencillamente ese tiempo que ganamos, no es nuestro, sino de esa gran conciencia colectiva que nos dice una y otra vez que no tenemos tiempo mientras ocupa nuestras vidas en cosas que ni son importantes, ni necesarias, ni por supuesto productivas. ¿Has pensado en qué realmente ocupas tu tiempo? ¿Has meditado sobre qué de todo eso es especial para tu vida? ¿Te has detenido a recapacitar sobre dónde va el tiempo que has ganado gracias a la vida de usar y tirar? Seguramente no, porque por desgracia, junto a la creencia de que no tenemos tiempo, la generación del usar y tirar nos deja otro mantra imborrable en nuestras cabezas: Somos personas de usar y tirar.

Sí, ya sé que nuestros padres guardaban la lata del aceite de coche sobrante durante los siguientes 5.000 kilómetros “por si acaso”. También sé que la ropa se heredaba y yo, teniendo un hermano y unos primos mayores, rara vez estrenaba cosas. Incluso sé que los muebles se compraban para toda la vida, un coche tenía que durar diez años y se salía a comer fuera en ocasiones muy especiales. Entiendo que hemos avanzado, nuestra economía había crecido y nos es más sencillo, con todas las complicaciones que tenemos en nuestras vidas, que pensemos que la filosofía de personas de usar y tirar es algo maravilloso.

El gran problema de todo esto es que la obsolescencia programada, es decir, la creación de sistemas para que un producto caduque en propiedades o buen funcionamiento en un tiempo menor al de su vida real, se ha ido acelerando y bajo el paradigma de las personas de usar y tirar cada vez gastamos más pensando menos. Cada vez perdemos el apego por las cosas y ganamos más la necesidad de comprar. Cada vez más, el tirar se convierte en una excusa para el comprar, independientemente de si le hemos dado su completo uso. Y es que esa mente orientada hacia la bacanal de la compra compulsiva nos ha dejado una cicatriz extra en nuestro comportamiento que va a ser muy difícil de superar;
 

En la sociedad del usar y tirar, ni siquiera las relaciones personales se libran de la obsolescencia programada.

Estamos perdiendo la tolerancia, el respeto, la capacidad de esfuerzo, ¿Por qué las relaciones no pueden llevar abre fácil? pensarán algunos. Pues no lo llevan porque las relaciones no son ese brick de zumo. No deberíamos conformarnos con una relación con solo un 10% de auténtico amor. No lo llevan porque las relaciones no son para consumo rápido e inmediato. No deberíamos conformarnos con instantes de felicidad efímera. No lo llevan porque no es “algo que llevarse a la boca”. No deberíamos conformarnos con algo que no sepa a nada, insustancial y caduco que solo cumpla la función de “comer” y no de “alimentarnos”.

Las relaciones y las personas necesitan tiempo y dedicación. Necesitan comprensión y tolerancia. Necesitan mimo y amor. No solo las relaciones de pareja. Cuando una persona nueva entra en tu vida, tu decides, según la filosofía del “meter y sacar” de hace unas semanas, si quieres que permanezca en ella. Decides ver como esa persona evoluciona, comparte y te alimenta. Actuando con esmero podremos fluir en una relación en la que ambos individuos se encuentren cómodos, contengan un 100% de amor real, se proporcionen felicidad duradera y se alimenten mutuamente. Estoy de acuerdo en que si no es así, la relación deje de ocupar un hueco valioso en nuestras vida. Pero ¿realmente dejamos que una relación tenga el poso suficiente como para que esto suceda? Desgraciadamente no. En la cultura del usar y tirar, la gente deambula como zombis de las relaciones en las que solo buscan a alguien vivo de quien alimentarse para seguir su camino. Creen que la base del usar y tirar sirve para que con solo una pequeña degustación se conozca en su totalidad el producto, convirtiéndonos una vez más en personas de usar y tirar.

Merecemos una sociedad en la que el consumismo material cese, ya que con él, el materialismo emocional cesará.

Merecemos una sociedad en la que el planteamiento del usar y tirar sea algo útil en elementos muy concretos y realmente efectivos que nos hagan la vida más fácil y no un nuevo dogma al que aferrarse para que todo valga y si algo no me gusta del todo, sencillamente lo tiramos. Porque al final, esa filosofía contiene un gran veneno del que no hemos sido conscientes. El usar y tirar se basa en la satisfacción personal, en el yo como centro de la ecuación. Es decir, en el placer personal y rápido. Ese egoísmo ha intoxicado nuestra mente con la falsa creencia de que las relaciones personales deben cubrir esa necesidad con el “yo” como base y en rara vez dejamos que el “nosotros” predomine. Ese veneno nos ha llevado a la falsa dicotomía de buscar a alguien como nosotros o a alguien que nos haga feliz. Sería mejor que nos comprásemos un espejo o una pluma que nos haga cosquillas. Debemos dejar de intoxicarnos y que toda relación sea con alguien que nos complemente y con quien ser feliz. 100% real. Duradero. Alimenticio.

Quizá no es tu falta de tiempo, sino tu falta de compromiso con lo que adquieres en tu vida. Cocinemos nuestras relaciones a fuego lento. Ya tenemos abre fácil, comida precocinada y demasiados elementos en nuestra vida de usar y tirar. Dediquemos a nuestra gente tiempo, comprensión, tolerancia, mimo y amor. Piensa en aquello que compras y no te dejes llevar por el consumismo material o estarás potenciando el materialismo emocional. Pero ya que todos esos avances nos han hecho ganar tiempo, ese que se supone que antes no tenías y que ahora puedes ganar, conviértete en el Alejandro Magno, en el Einstein y en la madre Teresa de Calcuta de tus relaciones conquistando con talento, descubriendo con genialidad y ayudando con virtuosismo. No necesitamos ser personas extraordinarias para hacer grande una relación, ya que en la sociedad del usar y tirar, al hacer grande una relación nos convertiremos en personas extraordinarias.

Traído de: http://rubenturienzo.com/2012/10/usar-y-tirar/