¡Cómo si el amor pudiese otra cosa que no fuese libre!
El hombre ha comprado cerebros,
pero ni todos los millones del mundo
han podido comprar amor.
El hombre ha sojuzgado cuerpos,
pero ni todo el poder en la tierra
ha podido sojuzgar el amor.
El hombre ha conquistado naciones enteras,
pero ni todos sus ejércitos
podrían conquistar el amor.
El hombre ha encadenado y puesto grilletes al espíritu,
pero se ha visto totalmente indefenso ante el amor.
En lo alto de un trono,
con todo el esplendor y la pompa
que sus riquezas le puedan ofrecer,
el hombre estará pobre y abatido,
si el amor lo pasa por alto.
Y si llegara a quedarse,
la más pobre chabola resplandecerá de calidez, vida y color.
Es que el amor tiene el mágico poder
de hacer rey a un vagabundo.
Sí, el amor es libre,
en ninguna otra atmósfera puede habitar.
En libertad se da a sí mismo sin reservas,
generosamente, totalmente.
Todas las leyes de los estatutos,
todas las cortes del universo,
no podrán desterrarlo
una vez que el amor ha echado raíces.
Pero, si ocurriese que el suelo fuera infértil,
¿cómo podría el matrimonio hacerle dar frutos?
Es como la última lucha desesperada
de la vida fugaz contra la muerte
Emma Goldman
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