Nuestro mayor miedo no es que no encajemos. Nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada.

Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Empequeñecerse no ayuda al mundo, no hay nada inteligente en encogerse para que otros… no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos deberíamos brillar como hacen los niños.

No es cosa de unos pocos, sino de todos. Y al dejar brillar nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo.

Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros.

Señor quiero darle las gracias. Me ha salvado la vida.

 

Coach Carter (2005)