Dos veces, puse mi cabeza a tus pies.
Según tú, era imposible ver como un roble con tantos anillos,
doblara su tronco ante tan pequeña flor.
El miedo te corrompió
y mi sacrificio me dejó en el piso.
Ahora de bruces me doy cuenta que mi acción
no fue doblar mi tronco sino desraizarme por un brote.
El que crecerá sabiendo
que fue muy fácil descuajar un roble con blasón.
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