Hacía casi un año de su muerte y este dia, el de San Valentín, la nostalgia y el pesar se le hicieron insufribles. Durante los más de cuareinta y dos años que pasaron entre novios y casados siempre, para el catorce de Febrero, le había regalado un ramo de rosas con una sencilla nota que decía: «El primer suspiro del amor es el último de la razón». Hoy sabía que no le llegarían y esto la apenaba mucho más.
Sonó el timbre de la puerta y se apresuró para abrir. Al momento un ramo de rosas la esperaba al otro lado de la puerta y tras ellas, el mismo repartidor de todos los años. Sorprendida, las cogió titubeando y le preguntó si había habido algún error. El hombre miró la lista y tranquilamente nombró en voz alta la dirección, miró el número y alzando levemente los hombros dió media vuelta y se fué lentamente.
No supo como reaccionar en ese momento y dudosa fué de nuevo al salón depositando las rosas sobre la mesa. Al dejarlas vió que tenían una nota y la abrió para ver de quién eran.
«El primer suspiro del amor es el último de la razón»… Las lágrimas corrieron por sus mejillas y la cólera le invadió el corazón al ver tan fatal error provocado por un inepto de la floristería. Entre sollozos llamó por teléfono a la tienda y descargó su ira sobre el encargado el cual, pacientemente, le pregunto si había leido la carta que se adjuntaba con el ramo, recomendandole que la leyera y les disculpara la molestia que le hubieran podido causar. Con mano temblorosa colgó el teléfono y buscó la carta.
«Para el amor de mi vida.
Si estás leyendo esta carta querrá decir que ya no estoy junto a tí. Pasé los mejores años de mi vida contigo. Fuí el hombre más feliz de todo el mundo. Saboreé el amor gracias a tus labios y tu corazón me dió la vida. Durante muchos años, en este dia, te regalé una docena de rosas. Estas te llegarán todos los años sin falta como prueba de mi amor por tí durante el resto de tu vida. Si algún dia dejas de abrir la puerta a las rosas, ellos sabrán que deberán traerlas junto a nosotros dos.
Ser el hombre más feliz de la tierra no hubiera significado lo mismo si esa felicidad no la hubiera compartido contigo.
Feliz dia de San Valentín.
Tu esposo y amante.«
Cerró el sobre y una sonrisa se le dibujó en la cara. Acercó el ramo y la fragancia de rosas la invadió por completo. Al instante la felicidad corría por sus venas, una felicidad que no se disiparía nunca hasta el dia de su muerte.
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