Un hombre tenía miedo de la sombra de su cuerpo y de la huella de sus pasos. Para liberarse de ello, decidió huir.
Pero cuanto más pasos daba, más huellas dejaba. Por rápido que corriera su sombra no le dejaba. Persistiendo, a pesar de todo, en creer que la adelantaría,
corrió tanto y tanto que acabó muriendo.
¡Qué imbécil! Si se hubiera sentado en un lugar cubierto, su cuerpo no habría proyectado ninguna sombra; si hubiera estado quieto, sus pies no habrían producido huellas. Sólo habría tenido que estar tranquilo y todos sus males habrían desaparecido.
Lao Tse
Fotografía: http://www.reinierdevlaam.nl/