Me aferré a tu puerta,
pese a estar cerrada.
No sé si por masoquismo,
o por tener
demasiadas esperanzas añejadas.
Estuve derramando letras,
musas y poesías para que
tu silencio no me congelara.
Me mantenía mirando el camino
con ganas de irme,
pero cuando ponía un pie en el suelo….
Llegabas.
Me detenías.
Me abrazabas.
Nos volvíamos a enredar y volvías
a deshacerte entre mis manos.
Y hoy, después de tantos vaivenes,
después de tantas marejadas
y falsos adiós.
Me voy
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