Sucedió que un Maestro Zen estaba pasando por una calle, cuando un hombre llegó corriendo y lo golpeó con fuerza.
El Maestro cayó. Luego se levantó y continuó caminando en la misma dirección en la que estaba yendo, sin siquiera mirar hacia atrás.
Un discípulo iba con el Maestro; se quedó atónito y dijo: “¿Quién es ese hombre? ¿Qué es esto? Si uno vive en esta forma, entonces cualquiera puede venir y matarte. Y ni siquiera has mirado a la persona y no sabes quién es, ni por qué lo hizo”.
El Maestro dijo: “Es su problema, no el mío”
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