A veces llega la tristeza.
Trae las alas suaves de conformidades,
los ojos bajos y la piel desnuda,
y parece tan fácil entregarse,
despojarse, poner bajo sus plantas
el reino, los poderes y las armas,
el amor sobre todo,
y esos últimos retales que nos quedan de alegría.

A veces gana la tristeza; entonces,
qué lujo de matices su victoria,
qué fasto de sus grises y sus pardos
ocupándolo todo.

Buenos días,
-he de decir-, tristeza, aquí me tienes.

Josefa Parra
Alcoba del agua