Hay que tener cuidado, mucho cuidado, al beber esperanzas. Pueden emborracharle y hacerle empezar a ver cosas que no son.

Así mismo, si se beben muchas, un tiempo después llega la resaca. Cuando se pasa el efecto y se vuelve de nuevo a la realidad, empieza ese dolor palpitante en el alma y esa sensación nauseabunda en la memoria. Ellas tienen el mismo efecto que cualquier sustancia adictiva. Accionan el mismo sentimiento de libertad e invencibilidad irracional.

Por eso, tenga cuidado, mucho cuidado, de alguna vez dejarse llenar o al menos tentar por esa sensación embriagante que son capaces de producir las ilusiones.

Dios le libre alguna vez de sufrir una de esas borracheras; son las peores.