Un hombre andrajoso, que parecía no poseer nada en un sentido material, se acercó a un capatáz y dijo:
-¿Puede ayudarme? Necesito trabajo.
-Muy bien -dijo el capatáz – tome esa piedra grande y hágala rodar por la cuesta arriba y abajo. Si lo que necesita es trabajo, ahí lo tiene.
-No me entiende -dijo el hombre- lo que necesito en realidad es dinero.
-Ah -contestó el capatáz- si se trata de dinero, aquí tiene cincuenta dólares. Pero no puede gastarlos. El hombre quedó de nuevo perplejo.
-No me entiende, lo que necesito en realidad es comida y ropa, no solo dinero.
-Si está seguro de que eso es todo lo que necesita -contestó de nuevo el capatáz- puede gastar el dinero en comida y ropa, pero no podrá comer la comida ni usar la ropa.
El hombre se vio obligado a ver que lo que realmente necesitaba era una sensación de seguridad, paz y satisfacción interior. Todo ello es invisible y todo está dentro de su pensamiento; allí está todo el sustento divino. Nos han hecho creer que las cosas materiales constituyen la realidad y son las que nos proporcionan lo que necesitamos cuando, de hecho, son simplemente más materia, hecha de más espacio invisible. Lo que necesitas lo tienes ya, y cuando sabes esto y entras en tu interior y lo creas en tu mente, el sustento divino que buscas en forma de cosas materiales o de dinero se manifestará en cualquier cantidad que necesites.
Debes crear en ti este nuevo sentimiento interior y confiar en la magia del creer. Tus creencias son tuyas, tienen su origen en ti y son lo que utilizas (y lo único que puedes utilizar) para crear las circunstancias de tu realidad física.
Confía en el poder de tu mente, en esa guía divina que está fácilmente a tu disposición, y habrás alcanzado el primer paso hacia la manifestación del milagro de la prosperidad en tu vida.
Wayne W. Dyer - Tus zonas mágicas
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