¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo, divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!

Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.

Estoy ocupado haciendo cuentas, y me paso horas y horas sumando cifras.

Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas: «¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»

Niño, los bastones y las tortas de barro ya no me divierten; he olvidado tu arte.

Persigo entretenimientos costosos y amontono oro y plata.

Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.

Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo a la conquista de cosas que nunca podré obtener.

En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición, y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.

 

Rabindranath Tagore
Juguetes